¿Enamorarse es también una adaptación evolutiva?

Resulta profundamente interesante saber que cuando uno se enamora de alguien, el sentimiento inicial de lujuria se acentúa con dopamina, un neurotransmisor producido por el hipotálamo que desencadena la liberación de testosterona, que es la hormona que impulsa el deseo sexual.

Los profundos sentimientos de apego se refuerzan con oxitocina, una hormona sintetizada en el hipotálamo y secretada en la sangre por la pituitaria.

Más aun, es muy instructivo saber que esas secuencias neuronales inducidas por hormonas son exclusivas de las especies que establecen vínculos monógamos y son una adaptación que permiten que la pareja se ocupe de los críos y les brinde cuidado a largo plazo.

En resumen, nos enamoramos porque nuestros hijos nos necesitan.

Esto de ninguna manera disminuye la experiencia cualitativa de enamorarse y consentir a los hijos.

Es lo mismo que el entender cómo se forma un arcoíris no demerita la experiencia estética de admirarlo.

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