Convergencia evolutiva: el ejemplo del ojo
La existencia de organismos con muy distintos ojos es un ejemplo de convergencia en evolución.
En diseño de ojos existe una variedad enorme. Los distintos tipos de ojos evolucionaron de manera independiente y en distintos lugares geográficos más de 40 veces, produciendo todo tipo de soluciones.
Los ojos de los vertebrados y los ojos de los insectos son diseños muy diferentes. Los primeros son tipo cámara, donde la imagen se proyecta en la retina y de ahí es recogida por fibras nerviosas para mandarla al cerebro. Los segundos forman la imagen por pedazos, como un mosaico de pequeños lentecillos, en lo que se conoce como un ojo compuesto.
El diseño tipo cámara es muy superior al ojo compuesto, pues permite mayor sensibilidad a la luz.
Pero aun más interesante es el saber que los ojos tipo cámara no evolucionaron una única vez: evolucionaron varias veces de manera independiente a partir de componentes comunes, llegando a soluciones similares pero unas mejores que las otras.
El mejor ejemplo es el de los ojos de los vertebrados como los de los mamíferos y los ojos de los cefalópodos como los calamares y los pulpos.
Resulta que el diseño de los ojos de los pulpos es mucho mejor que el de nuestros ojos, pues ellos no tienen punto ciego.
En los cefalópodos las terminaciones nerviosas que llevan la imagen de la retina al cerebro están ubicadas en la parte posterior de la retina y pueden salir directamente hacia el cerebro.
En cambio, en los vertebrados estas terminaciones nerviosas están ubicadas hacia el frente: se unen primero en un punto, atraviesan la retina provocando un punto ciego y desde ahí se comunican hacia el cerebro. Esto provoca que tengamos cero visión en ese punto ciego.