Genes del olfato

Los ganadores del premio Nobel en Fisiología o Medicina 2004, Richard Axel y Linda B. Buck, descubrieron cuáles son los genes del olfato en los seres humanos. Dichos genes constituyen más del 3% de nuestro genoma, solo están activos en la zona nasal y nos permiten percibir entre 5 y 10 mil olores distintos. Axel y Buck también identificaron la existencia de genes para detectar olores específicos y el hecho de que para detectar ciertos olores, es necesaria la colaboración de varios genes al mismo tiempo. 

Sus hallazgos dieron lugar a que otros investigadores estudiaran diversas especies, con resultados por demás interesantes:

• Existen genes para detectar olores en el agua y genes para detectar olores en el aire.

• Los peces más simples, como las lampreas, tienen pocos genes del olfato y aun no están diferenciados entre los de agua y los de aire. Ellos evolucionaron antes de la separación de los genes del olfato en dos tipos.

• Los peces más complejos que las lampreas tienen más genes del olfato pero les sirven solo para detectar olores en el agua.

• Los anfibios ya tienen los dos tipos de genes: para detectar olores en el agua y en el aire.

• Los mamíferos y los reptiles solo tienen genes para detectar olores en el aire.

• Nuestros genes del olfato no aparecieron de la nada. Muchos de nuestros antepasados, quienes percibían menos olores que nosotros, sufrieron mutaciones duplicando genes. Con el tiempo, esos genes duplicados se fueron especializando para detectar nuevos olores.

• Los mamíferos con visión a color, como nosotros, tienen gran cantidad de genes del olfato inhabilitados. En particular, los seres humanos tenemos una tercera parte de nuestro genoma dedicado al olfato en estado inservible. Hemos canjeado genes del olfato por genes de la visión. Dependemos mucho más de nuestra visión que de los olores.

La historia de nuestros ancestros y la relación entre nosotros y otras especies está escrita en los genes del olfato. Los nuestros son casi idénticos a los de otros mamíferos con visión tricromática –como los chimpancés y los gorilas–, pues dependemos en primera instancia de la vista; son menos parecidos a los de los mamíferos con visión dicromática, quienes ven en solo dos colores y dependen mucho del olfato, como los perros con un sentido del olfato mil veces más sensible que el nuestro; son menos parecidos aún a los de los reptiles; todavía menos a los de los anfibios; y muy diferentes a los de los peces.

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