“La selección natural implica progreso y lleva hacia la perfección”
La soberbia antropocéntrica del ser humano lo ha hecho creer que el mundo estaba planeado para que Homo sapiens apareciera.
Es muy común escuchar que el hombre es la etapa final de una serie de pasos desde las bacterias, los invertebrados, los peces, reptiles, mamíferos, hasta llegar a los monos, simios y homínidos.
Nada más lejos de la realidad. Los seres humanos estamos en este planeta debido a una sucesión de accidentes, uno de ellos la extinción de los dinosaurios.
Todas las teorías que postulan la existencia de una tendencia intrínseca hacia mayor complejidad en todo organismo han sido perfectamente rebatidas.
No hay ninguna justificación para considerar que mayor complejidad es una indicación de progreso evolutivo.
Existen muchos ejemplos de evolución de mayor complejidad a mayor simplicidad. El cráneo de los mamíferos es mucho menos complejo que el de sus ancestros los placodermos.
Los habitantes ciegos de cuevas y los parásitos son otro ejemplo de organismos que han evolucionado hacia simplificaciones físicas y fisiológicas.