El apéndice humano
La existencia de un órgano vestigial es evidencia de que hubo un ancestro que sí utilizaba dicho órgano.
Un ejemplo de vestigios de un órgano que alguna vez fue útil es el apéndice de los humanos.
Es una especie de bolsa ubicada al final del intestino delgado y principio del intestino grueso. Su tamaño varía en los humanos, desde un par de centímetros hasta cerca de 30. Hay individuos que inclusive nacen sin apéndice.
Los animales herbívoros, como los koalas, conejos o canguros, todos ellos tienen un apéndice grande.
Lo mismo sucede con los que se alimentan de hojas, como los lémures, los monos y los gorilas. El apéndice les permite fermentar el alimento para digerir la celulosa de las plantas.
Los primates que se alimentan de pocas hojas, como los orangutanes, tienen apéndices pequeños.
Los humanos tenemos un apéndice que no se usa para nada, pero es lo que queda de un órgano que era muy importante para nuestros ancestros que sí se alimentaban de hojas y hierbas.
La existencia de órganos vestigiales es evidencia de evolución.