Vestigios y adaptaciones de los mamíferos acuáticos o cetáceos
Los cetáceos vivos al día de hoy, evolucionaron a partir de mamíferos terrestres hace alrededor de 60 millones de años, cuando los dinosaurios desaparecieron y dejaron infinidad de nichos vacios. Ellos son un buen ejemplo para mostrar vestigios de los ancestros de una especie.
Cuando se observa el esqueleto de una ballena en un museo de historia natural, llaman la atención unos huesos a medio cuerpo separados de la columna: restos de pequeñas patas y de la pelvis. Es lo poco que queda de las extremidades inferiores de sus ancestros terrestres. Como para las ballenas sus extremidades ya no cumplen ninguna función, éstas han ido desapareciendo a lo largo de las generaciones. Las serpientes, por su lado, tienen vestigios de pelvis y fémur, huella de sus antepasados tetrápodos.
Además, los cetáceos desarrollaron adaptaciones anatómicas permitiéndoles ver y oír lo que sucede a su alrededor mientras respiran, haciendo posible la vida bajo el agua. A diferencia de cualquier otro mamífero, son capaces de vivir en aguas profundas y subir a la superficie solo cuando necesitan expulsar el dióxido de carbono e inspirar oxígeno. La cavidad nasal del cetáceo migró y se ubicó en la parte superior del cráneo.
Por el contrario, los mamíferos terrestres, como los perros, tienen la cavidad nasal al final del hocico, apuntando hacia el frente y hacia abajo. Cuando un perro nada, debe levantar su cabeza para impedir tragar agua y así poder respirar. El problema al que se enfrenta es que no puede saber qué está sucediendo debajo de él, pues sus ojos y oídos están sobre la superficie del agua. Por el contrario, el delfín puede respirar con tranquilidad mientras mantiene la vista hacia el agua, permitiéndole reaccionar en caso de peligro.
Recreación del esqueleto de un Dorudón, género extinto de cetáceos, que todavía conservaba pequeñas extremidades posteriores.
El cráneo de un cetáceo (izquierda) tiene la cavidad nasal (amarillo) ubicada arriba de las órbitas de los ojos (morado). En un perro sucede lo contrario (derecha).