Los mitos de la creación y la evolución

Todos los pueblos de la Tierra, en todas las épocas y en todas las culturas, han tenido distintos mitos sobre la creación. De dónde venimos y cómo es que llegamos a los que somos hoy, son las preguntas que han inquietado al ser humano durante toda su existencia. Por desgracia, no hay una sola evidencia que confirme que lo que se cuenta en ellos haya, en efecto, sucedido. La mitología nórdica, el mito maya de la creación, la mitología egipcia, el mito abrahámico de la creación, ninguno describe hechos verídicos. Todas esas historias parecen ser ficción.

¿Cómo diferenciamos entre realidad e irrealidad? Esta pregunta parecería absurda. La respuesta directa es: la realidad es todo aquello que existe o existió. Bien, ¿pero cómo sabemos si algo existe o existió? Es fácil saber que los perros, los pinos, el mar y la luna existen. Pero, ¿existen los átomos? Nunca hemos visto uno a simple vista. ¿Es cierto que existieron los dinosaurios? Tampoco nos hemos tropezado con uno en el campo.

Nuestros sentidos –vista, olfato, oído, tacto y gusto– hacen un buen trabajo para convencernos de que ciertas cosas son reales, como el café recién hecho, el terciopelo y el timbre de la puerta. Pero si solo nos guiáramos por nuestros sentidos, no sabríamos de la existencia de los átomos, ni de los dinosaurios, ni de otras galaxias ni de las ondas de radio.

El ser humano ha logrado extender sus sentidos utilizando tecnología y con esto confirmar la existencia de una realidad más amplia y menos obvia que la de todos los días. Con el microscopio hemos descubierto organismos que no se ven a simple vista, como las bacterias. Inclusive existen microscopios llamados de efecto túnel, que permiten tomar imágenes de átomos. Con el telescopio hemos podido confirmar que hay objetos muy lejanos, como otras galaxias. Hemos convertido ondas electromagnéticas en imágenes y sonidos, por lo tanto sabemos que esas ondas existen.

Pero, ¿qué hay con los dinosaurios? No podemos con tecnología construir una máquina del tiempo y viajar hacia el pasado para confirmar que en realidad vivieron. Con ellos tenemos que utilizar otros métodos, tenemos que buscar evidencias y esas evidencias existen: son los fósiles. Dado que hemos logrado entender cómo estos se forman, podemos confiar que ellos nos ofrecen una imagen fidedigna del mundo pasado.

Hasta aquí vamos bien. Pero para explicar o entender aquello en lo que nuestros sentidos ni las extensiones de nuestros sentidos nos son útiles, ¿cómo sabemos que algo es real? Por ejemplo, cómo saber que la Tierra gira alrededor del Sol, si para nuestros sentidos parece que es el Sol el que gira alrededor de la Tierra.

Para contestar estas preguntas, es necesario recurrir a otra metodología. Necesitamos construir un modelo de nuestra realidad. El ser humano se ha apoyado en el razonamiento lógico para hacer estos modelos que simulan lo que sucede a nuestro alrededor. En la actualidad, inclusive se apoya construyéndolos con ecuaciones y/o computadoras y alimentándolos con datos empíricos, para confirmar si la realidad se comporta como el modelo. De ser así, los resultados que ofrezca el modelo son equivalentes a lo que sucede en el mundo real.

La ciencia, que se basa en razonamiento lógico y evidencias, junto con su derivado, la tecnología, es la única herramienta que nos permite conocer cómo funciona esa realidad. Quien no entiende esto y se deja engañar por disciplinas que no están basadas en razonamiento lógico y evidencias, tiene una visión equivocada del mundo. En particular, quien cuestiona una teoría que es irrefutable, como es el caso de la evolución, con la multitud de evidencias que hay acerca de ella, también tiene una visión equivocada acerca del origen de la biodiversidad.

La ciencia es el mejor enfoque hasta ahora ideado, aunque imperfecto, para ir encontrando paso a paso mejores explicaciones acerca de cómo funciona el mundo a nuestro alrededor. Tiene dos características que la hacen única.

La primera es que es posible construir sobre sus resultados. Una vez que se sabe que un hecho es cierto, éste se puede utilizar para obtener otro resultado. Por ejemplo, podemos construir edificios pues muchos individuos han derivado conclusiones científicas acerca de triángulos, áreas, volúmenes, materiales, electricidad, hidráulica, estática, ingeniería, suelos, sismos, etc. Hoy en día, podemos hacer uso de los sistemas de posicionamiento global, solo gracias a que en el pasado, científicos y técnicos han desarrollado la geometría cartesiana, han descubierto la teoría de la gravitación y la teoría de la relatividad, han desarrollado la tecnología para construir satélites y han inventado las computadoras, por mencionar solo algunos ejemplos.

La segunda característica es que la ciencia es refutable. Esto significa que es posible demostrar que es falsa. Por ejemplo, durante muchos años se trabajó bajo la hipótesis en física de que la radiación electromagnética se podía describir como un fenómeno ondulatorio. Esa hipótesis permitió explicar el color de la luz visible, las ondas de radio, los rayos X, etc. Cuando los físicos se dieron cuenta que ciertos otros fenómenos no se podían explicar con la teoría ondulatoria, la idea de que la luz solo se comportaba como ondas tuvo que ser abandonada y enriquecida con la hipótesis de que la luz también se transmite en forma de partículas. Eso permitió explicar la radiación del cuerpo negro, el efecto fotoeléctrico y dio origen a la mecánica cuántica, la teoría que más ha logrado explicar en la química y la física.

La revolución ideológica que Darwin provocó sigue teniendo efectos siglo y medio después porque impacta a la gente en lo que sus religiones le han enseñado. Del hecho que la evolución sucede se deriva lo siguiente:

• El planeta no es estático sino que sufre cambios.

• Las especies son plásticas, van cambiando con el tiempo.

• Lo más probable es que todas las historias sobre el origen de la creación que las religiones cuentan sean falsas.

Hoy por hoy, solo hay una historia que pretende describir de dónde venimos y que sí tiene evidencias que la sustentan: la evolución. No sabemos cómo se originó la vida, pero una vez aparecido el antepasado común de todos los seres vivos y extintos, podemos entender con cierto detalle cómo surgieron las plantas, las aves, los mamíferos, unos primates inteligentes llamados humanos y miles de especies que pueblan y han poblado el planeta durante su larga existencia. La evolución es la única historia acerca del origen de la biodiversidad en la cual podemos confiar.

Como dice Jerry A. Coyne: “Los misterios acerca de cómo evolucionamos no deben distraernos del hecho indiscutible que efectivamente evolucionamos.”

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