Charles Darwin (1809-1882)

Charles Darwin, sin duda el naturalista más reconocido en torno al concepto de evolución, fue el primero en entender cómo ésta sucede y logra explicarlo con una teoría muy sencilla y poderosa: la selección natural.

A pesar de que en su juventud Darwin planeaba ser clérigo, el destino le hizo cambiar su visión del mundo cuando en 1831 consiguió un trabajo como acompañante del capitán Robert FitzRoy para recorrer el hemisferio sur a bordo del barco HMS Beagle. El viaje duró 5 años, de los cuales Darwin estuvo mareado la mayor parte del tiempo. Mientras Fitzroy recorría las costas para mapear los rasgos geológicos, Darwin aprovechaba bajar a tierra y observar a los animales de las diferentes regiones, muchos de ellos desconocidos en Europa. Inclusive, encontró fósiles de especies nuevas para él, como los perezosos gigantes que habitaron Sudamérica hasta hace 10 mil años. Juntaba acervos enormes de animales disecados y restos de fósiles y los mandaba a Inglaterra. Hoy, esas colecciones están en los museos ingleses de historia natural.

Dos de los libros que lo inspiraron para entender cómo cambiaban las especies al paso del tiempo fueron:

  • Principios de Geología, de Charles Lyell (1797-1875). Geólogo inglés quien propuso que la Tierra ha sufrido enormes cambios a lo largo de su historia por extensos períodos de tiempo, cambios iguales a los presenciados hoy en día y que son producidos por fuerzas geológicas como temblores, inundaciones, erupciones o erosión.

  • Ensayo Sobre el Principio de la Población, de Thomas Malthus (1766-1834). Un clérigo y economista, también inglés, quien argumentó que la población humana crece geométricamente, pero el abasto de alimentos sucede de forma aritmética5 , llegando el momento en que la población carece de alimentos. 

El viaje y las lecturas marcaron a Darwin de tal manera que, a su regreso a Inglaterra, se convirtió en un estudioso de la naturaleza. Durante los siguientes 20 años desarrolló la hipótesis que lo alejaría de sus creencias religiosas de manera definitiva.

Por una casualidad se enteró que el naturalista Alfred Russel Wallace había llegado a una teoría casi equivalente a la suya, recorriendo Brasil y el sureste asiático, y entró en pánico, pues pensó que se le adelantaría con su idea. De ahí que apresuró la presentación de su trabajo a la Sociedad Linneana en Londres en 1858 –junto con el de Wallace– y la publicación, en 1859, de su obra maestra, El Origen de las Especies.

La teoría de la evolución por selección natural es la que más ha impactado la visión del ser humano acerca de sí mismo, de su origen y de su lugar en el universo y derrumba el mito de las religiones abrahámicas, donde el ser humano juega un papel preponderante en el universo al haber sido creado por un dios sobrenatural. Las conclusiones a las que llega Darwin no dejan ninguna duda de que los humanos somos una especie más, fruto de la evolución.

Es curioso que Darwin haya utilizado la palabra “evolución” una sola vez para terminar el último párrafo de su libro El Origen de las Especies: “Hay grandeza en esta concepción de la vida… mientras este planeta ha ido girando según la constante ley de la gravitación, se han desarrollado y están evolucionando, una infinidad de formas cada vez más bellas y maravillosas.”

Charles Darwin

Charles Darwin es sin duda, junto con Newton y Einstein, uno de los tres científicos que más han aportado a la humanidad.


Down House: la casa de Darwin

La casa donde vivió Darwin desde 1842 y hasta su muerte es conocida como Down House, una propiedad ubicada en el condado de Kent, en un pueblo llamado Downe, en el sureste inglés.

Ahí desarrolló su relevante teoría de la evolución por selección natural y escribió todos sus libros incluyendo El Origen de las Especies.

Actualmente es un museo, donde sobresale el estudio de Darwin. El cuarto está amueblado muy similar a como era en la época en que Darwin ahí vivía.

También es posible visitar los jardines por donde Darwin paseaba y los invernaderos donde crecía sus plantas y hacía experimentos.


Darwin nunca explicó el origen de las especies

Es interesante saber que aun cuando el libro más famoso de Darwin se titula El Origen de las Especies, él nunca explica cómo una especie se separa para convertirse en dos especies nuevas.

Un título más apropiado pudo haber sido El Origen de las Adaptaciones pues su libro está dedicado a discutir cómo una especie dada evoluciona con el tiempo debido a adaptaciones al medio ambiente.

El problema de especiación es básico para explicar la biodiversidad que existe. Todas las distintas especies vivas y extintas descienden de un ancestro común único.

Si se quiere explicar la biodiversidad, es necesario explicar cómo surgen rasgos nuevos, cómo surgen nuevas especies.

Si la especiación no hubiera ocurrido, lo único que existiría sería un sólo tipo de individuos que habrían ido cambiando con el tiempo debido a la selección natural.


Darwin usó la palabra ´evolución´ sólo una vez en su libro El Origen de las Especies

Es curioso saber que Darwin utilizó la palabra evolución exclusivamente para terminar el último párrafo de su libro El Origen de las Especies. Así es como termina el libro:

“Hay grandeza en esta concepción de la vida, mientras este planeta ha ido girando según la constante ley de la gravitación, se han desarrollado y están evolucionando, una infinidad de formas cada vez más bellas y maravillosas”.

A continuación la versión original en inglés:

“There is grandeur in this view of life, whilst this planet has gone cycling on according to the fixed law of gravity, from so simple a beginning endless forms most beautiful and most wonderful have been, and are being, evolved”.

Cuando Darwin quería expresar el concepto de evolución, utilizaba el término de transmutación.


La existencia de caracoles terrestres en islas desconcertaba totalmente a Darwin

En una carta del 28 de septiembre de 1856, Darwin le escribió al naturalista Philip Gosse diciendo: “El medio de transporte de los moluscos terrestres me desconcierta totalmente”. Uno días después, escribiéndole a su primo William Fox, Darwin dijo: “Ningún tema me provoca más molestia y duda y dificultad, como el modo de dispersión hacia las islas oceánicas. Los moluscos terrestres me vuelven loco”. Más aun, ese diciembre le escribió a Joseph Hooker: “He estado por los últimos 15 meses atormentado y endemoniado por los moluscos terrestres”.

Los gastrópodos o caracoles son la clase más extensa de los moluscos: representan el 80% de ellos y son uno de los grupos de animales más exitosos. Han existido por 500 ma, sobreviviendo o re-evolucionando después de varias extinciones masivas. Se han adaptado a casi todos los hábitats del planeta. Se conocen cerca de 35 mil especies y se sabe que decenas de miles quedan sin identificar. La mayoría son microscópicas: más pequeños que cualquier letra de este texto.

Es muy probable que hayan poblado el planeta viajando sobre los cuerpos de dinosaurios, o más tarde, aprovechando un aventón o autoestop de un elefante, un perezoso, un león o una chita. Desafortunadamente, esto no explica cómo unos caracoles terrestres pudieron llegar a islas alejadas de los continentes.

Darwin se dedicó a resolver su duda haciendo experimentos con caracoles. Los metía en recipientes con agua de mar y los dejaba hasta por 20 días. Cuando descubrió que los caracoles sobrevivían, concluyó que era posible que un caracol flotara en el mar y fuera trasladado por una corriente marina hasta 660 millas. En El Origen de las Especies concluye que también es posible que los caracoles hayan sido transportados entre las patas de algún ave.

Las teorías de Darwin han resultado ciertas. Se han observado caracoles viajando como polizones entre las plumas de aves o las patas. Pueden volar sobre hojas durante una tormenta o adheridos al material que vaya a ser utilizado para construir un nido.


Darwin no sabía del intercambio horizontal de genes entre bacterias

Darwin construyó su teoría basándose en la idea que todos los organismos heredan sus rasgos a partir de sus progenitores directos.

Si un pájaro tiene un pico que le permite romper las semillas más fácilmente que el resto de la población, tendrá una ventaja evolutiva y heredará esa característica a su progenie. Su progenie a su vez la pasará a las siguientes generaciones.

Lo que Darwin nunca se imaginó es que existen excepciones a esta regla.

Las bacterias intercambian genes de manera horizontal o lateral, a partir de otras bacterias. Este hecho es la razón principal por la que las bacterias adquieren resistencia a antibióticos. Este descubrimiento se ha convertido en un reto médico para la industria farmacéutica.


Darwin reconocía que había muy pocos fósiles

Darwin sabía que él se podía apoyar en los fósiles para defender su teoría, pero también sabía que sus críticos lo iban a desafiar pues el acervo de fósiles era escaso. Si aún actualmente tenemos muy pocos fósiles, en la época de Darwin había muchos, muchos menos.

Él sabía que le iban a cuestionar por qué no se habían encontrado todos los fósiles intermedios entre una especie y otra. “Yo creo que la respuesta está en que el registro es incomparablemente menos perfecto que lo que se supone en general”, escribió Darwin en El Origen de las Especies. “La corteza de la Tierra es un vasto museo, pero las colecciones naturales han sido hechas de manera imperfecta y sólo a intervalos de tiempo muy largos”.

150 años más tarde sabemos que el registro fósil está lejos de estar completo. Los investigadores que se han dedicado al estudio de la fosilización y han observado cómo los animales muertos decaen con el tiempo, han replicado la química que convierte al tejido vivo en roca.

Lo que sucede es que la mayoría de los animales muertos son comidos por otros organismos, ya sea carroñeros o por insectos, bacterias u hongos. Son muy pocos los animales o plantas que inmediatamente después de morir quedan cubiertos por sedimentos. Además, son muy pocos los fósiles que tienen la fortuna de ser encontrados por un ser humano. De ahí el hecho que el registro fósil sea escaso. Pero eso no significa que los pocos fósiles con los que contamos no sean una evidencia contundente de que la evolución sucede.


Darwin sabía de la velocidad con la que la selección natural actúa

En El Origen de las Especies, Darwin escribió que: “La selección natural actuará siempre con extrema lentitud, lo tengo que admitir”. Él jamás se habría imaginado que era posible observar la evolución sucediendo ante sus propios ojos.

Existen en la actualidad muchos ejemplos de experimentos que han permitido observar la evolución sucediendo en tiempo real.

El experimento de Richard Lenski ha producido en 18 años 40 mil generaciones de bacterias que son significativamente distintas a sus ancestros.

En 1971, el investigados Eviatar Nevo inició un experimento con lagartijas en una isla del mar Adriático. Desde entonces a la fecha, las lagartijas que él introdujo a la isla han evolucionado sorprendentemente.

El estudio de pinzones de las islas Galápagos que el matrimonio Grant han llevado a cabo desde 1973 constituye otro ejemplo de evolución sucediendo ante nosotros.


El instrumento más sofisticado al que Darwin tuvo acceso fue un microscopio óptico

Para entender la evolución biológica, debemos comenzar por Darwin, el naturalista que fue el primero en reconocer sus elementos fundamentales. Pero sería un error reducir la evolución exclusivamente a Darwin. Ni fue el primero en preguntarse el origen de los seres vivos ni fue el último en descubrir las evidencias en las que basaba sus argumentos. Es más, Darwin ignoraba mucha de la información que hoy damos por sentada.

Los únicos instrumentos a los que tuvo acceso eran microscopios ópticos de una amplificación de máximo 1300 veces. Los microscopios ópticos actuales llegan a dar amplificaciones de hasta 2000 veces y los electrónicos de hasta 10 millones de veces.

Darwin tampoco supo de las leyes de la herencia descubiertas por Mendel, ni supo de la existencia de los genes ni de la estructura de ADN. Conoció muy pocos fósiles, ignoraba la edad de la Tierra, las técnicas para conocer la antigüedad de las rocas y nunca oyó hablar de las placas tectónicas.

!Qué hubiera dado Darwin por vivir en nuestra época y saber todo lo que hoy sabemos!

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