Mary Leakey (1913-1996)
El matrimonio Leakey, Louis y Mary, son quizá la pareja más famosa en paleontología, en parte por haber encontrado las evidencias que demuestran que el ser humano apareció en África Oriental, concretamente en lo que se conoce como el Gran Valle del Rift.
Él era de origen inglés pero nacido en Kenya y ella nació en Londres y se mudó a Nairobi cuando se casó con él.
Después de trabajar por casi 30 años en la Garganta de Olduvai, en Tanzania, donde habían encontrado una enorme cantidad de herramientas de piedra y restos de animales extintos como cerdos, jirafas, hipopótamos, búfalos, los Leakey se empeñaron en buscar los restos de los cazadores de esos animales y fabricantes de esas herramientas.
En 1959 Mary Leakey excavó el primer fósil encontrado en el este de áfrica, de un miembro de la familia del ser humano al que llamaron Zinj. Desde un principio y por el hecho de analizar el tamaño de sus dientes, supieron que se trataba de un australopitecino, que es una subrama de la famillia de los homínidos que no es antepasada de Homo sapiens.
Este descubrimiento hizo que los Leakey saltaran a la fama. De ahí en adelante tuvieron patrocinios de muy diversos organismos para continuar con sus excavaciones.
Hoy se sabe que Zinj es un ejemplar de Australopithecus boisei, (también llamado Paranthropus boisei) que vivió hace 1.75 ma.
Durante 1974 y 1975, el equipo de Mary Leakey encontró algunos fósiles de homínidos y muchos de otros animales, como musarañas, elefantes, tortugas, en la zona de Laetoli, al sur de la Garganta de Olduvai.
Los yacimientos donde se encontraron los fósiles habían sido fechados de hace entre 3.59 y 3.77 ma, el periodo cuando nuestros antepasados bípedos consolidaban su presencia en el Gran Valle del Rift.
Decidieron que el sitio debía ser estudiado con cuidado pues prometía esconder muchas sorpresas.
Dos colaboradores, Andrew Hill y David Western, encontraron, durante una caminata por el sitio, huellas de animales conservadas en ceniza volcánica solidificada.
Durante 1976 el equipo completo se dedicó a buscar más huellas, relegando la búsqueda de fósiles a segundo plano.
Las conservación de las huellas de Laetoli se debe a una combinación de condiciones climáticas, volcánicas y minerológicas. Una serie de erupciones de ceniza de los volcanes Sadiman y Lemgarut debieron haber coincidido con algo de lluvia. Al caminar los animales sobre las cenizas mojadas por la lluvia, quedaron unas huellas que al secarse solidificaron como cemento bajo el sol. La siguiente lluvia de cenizas dejó una capa protectora sobre las huellas. Así sucesivamente, existen seis distintas capas, que en total miden 15 cm de espesor y que contienen todas ellas huellas muy bien conservadas.
Durante los últimos días de 1976 se encontraron huellas de aves y mamíferos, desde liebres hasta elefantes y rinocerontes. En 1977 y 1978 se encontraron siete sitios donde las huellas de mamíferos y aves estaban expuestas debido a la erosión natural y desgaste debido al clima.
En 1978 encontró lo que parecía ser la huella del talón de un homínido. A Tim White se le asignó la excavación del sitio. Detrás del talón, a 20 cm apareció otra huella, ésta claramente hecha por el pie derecho. Detrás de ella, una huella de un pie izquierdo; detrás, otra; y así sucesivamente.
En total se encontraron dos rastros de dos individuos. La longitud del terreno excavado es de 41 m donde quedan expuestos 27.5 m de huellas. Tienen 3.6 ma de antigüedad pero son casi iguales a las huellas que nosotros dejaríamos al caminar en la arena de una playa mojada.
Son huellas de humanos, muy parecidos a nosotros, que caminaban erguidos, hacia el sur, alejándose de los volcanes. Aunque quizá nunca sea posible asegurar a qué especie pertenecen, el consenso es que son huella dejadas por algunos Australopithecus afarensis.